Tener tu casa en la afueras y trabajar en el centro urbano es algo que te hace viajar todos los días, ir en coche o en tren eran las opciones. Una noche regresando de esas agotadoras guardias del hospital, siendo las 12 de la noche, con un frío que pelaba y yo que no veía la hora de llegar a casa para besar mis niñas dormidas y comer un guiso de esos que te recuperan el alma.
Estaba en el tren, que va desde la estación Once- a Moreno para llegar después a La Reja en la provincia de BsAs. Muy pocos pasajeros y algún vendedor de chicles o chocolatinas pasaba cada tanto. De repente un grupo de chicos de 6 a 13 años pasaron corriendo, algunos se pegaban y otros hacían el payaso mientras ponían sus narices en una bolsa de donde respiraban pegamento, nadie se inmutaba porque era común de todos los días a esas horas . Se abren las puestas en la estación caballito y casi todos bajan, menos el mas pequeño que no le dio tiempo a bajar al anden. Los otros niños lo burlaban a través de las ventanillas y el convoy siguió su destino…
Vi en el crío cara de desesperación por el abandono mientras metía su cara en la bolsa y respiraba de ella compulsivamente. Me levanté, me acerque y le dije…»-No te preocupes te llevare a tu casa» Me contó que vivía en la villa del Bajo flores, descendemos en la estación Flores y el niño me toma fuerte de la mano y se larga a llover… no faltaba nada mas!.
Cae un rayo con fuerte estruendo y el pequeño grita… Le alzo contra mi pecho y olía como una letrina muy sucia, él puso su cara contra mi camisa y de seguro era lo mas limpio que había tocado su rostro en toda su vida. Previo me había dicho que se llamaba Pedro Alcántara y tenia 6 años. Apretaba con su mano la bolsa como si fuera de oro y lo único que tenia de amarillo era unas flores con la marca de un centro comercial cercano.
Tenía los ojos muy rojos y una piel pálida. Busco la avenida para tomar un taxi y en un quiosco abierto le compro un emparedado y una leche chocolatada. Se devora esa comida y mientras mastica me pregunta :» ¿No quieres ser mi papá?…»
Me partió el corazón! y pensé en mis 5 hijas durmiendo en sus plácidas camas para esperar el día para ir al colegio. Seguido a esto se toma el abdomen y empieza a decir que le duele mucho. Paro el taxi y le digo que vaya con urgencia a la guardia del hospital infantil.
Esas cosas que tiene la vida hizo que justo encontrara en la guardia a una amiga enfermera «Carmen» que me prometio encargarse de él. Seguramente habrán llamado a la asistente social para ubicar su familia.
Esto marco muchos mis días y plasmo las ideas para escribir «PEDROGANO». Pedro el nombre del chiquillo y su bolsa floreada para la idea de la flor.
Aquí esta mi humilde legado que intentare con la ayuda de ustedes a divulgar. No puede haber niños solos y drogados por ahí mientras los nuestros están a salvo, porque no estarán a salvo porque las drogas pueden llegar de muchas maneras y prevenir es la única y definitiva cura.